jueves, marzo 30, 2006

Jorge Negrete, Charro Cantor



Fueron los camarógrafos Vayre y Bernard, enviados a México por los hermanos Lumière, quienes captaron las primeras imágenes del charro mexicano en el cortometraje Alzamiento de un novillo (1896). Dos años más tarde, la misma imagen sería captada por el mexicano Carlos Mongrand en Los charros mexicanos.

En los inicios del cine mexicano mudo de ficción apareció el primer Charro Negro (1917), personaje retomado por Raúl de Anda en la serie del mismo nombre de 1942.
Como sentenciara el director Alejandro Galindo, "siempre son los de fuera los que vienen a descubrirnos", el realizador Serguei Eisenstein fue quien en 1931 plasmó la auténtica imagen del charro con su conflictiva y su psicología en su filme ¡Qué viva México!
Cinco años más tarde, el mexicano Fernando de Fuentes proyectó la figura de un charro que, a pesar de su estructura convencional, o precisamente por ella, fue aceptado de inmediato por el pueblo: el héroe de Allá en el Rancho Grande (1936).

Hay que suponer que por su intención nacionalista, la cinta recibió el respaldo oficial del general Lázaro Cárdenas, lo cual le significó ser programada en casi la totalidad de los cines de la República Mexicana. José Francisco, el personaje central del filme, le brindó a Tito Guízar la oportunidad de interpretar canciones románticas -"con la esperanza de un nuevo amor se abrió a tu vida mi corazón"- y de sentirse "muy logrado" en la secuencia de la cantina. Nada más que Lorenzo Barcelata también hay rancheros malosos- se encargó de recordarle en la misma película que no había nacido en Rancho Grande.

Si el charro cinematográfico se convirtió en un modelo nacionista que adquirió dimensión simbólica de mexicanidad fue, en gran parte, gracias al apoyo del marqués de Guadalupe y al de un personaje ampliamente reconocido en todos los ámbitos del país: don Juan Sánchez Navarro, miembro distinguido de la Asociación Nacional de Charros. Con absoluta firmeza, don Juan logró rescatar la imagen del charro no sólo en los actos oficiales, sino también en los festejos tradicionales.

En el renglón comercial, la figura del charro comenzó a ser explotada a través del Charrito de Pemex, representado por un hombre de baja estatura que se apostaba diariamente en la entrada del edificio de PEMEX, en las ininterrumpidas celebraciones de eventos que tenían lugar en el Lienzo del Charro, y en la venta de discos de 78 revoluciones en los que Tito Guízar repetía una y otra vez que era "charro de Rancho Grande y que hasta el amor bebía en jarro".

No obstante su popularidad, la línea trazada por Allá en el Rancho Grande no siempre funcionó. Por ejemplo, a la película Las Cuatro Milpas (1937) no le bastó el título mexicanista para atraer al público, y pocos se enteraron que Ramón Pereda -con voz doblada- proclamaba a los cuatro vientos que "tenía una casita para la mujer bonita que lo quisiera acompañar". Igual indiferencia le manifestaron los espectadores a la pareja de Jalisco nunca pierde (1937), que vivía su romance en un folclorismo de calendario.

La primera película en la que Jorge Negrete apareció como fanfarrón, pendenciero, pistolero y jinete fue Aquí llegó el valentón (1938), que por cierto pasó sin pena ni gloria. Su consagración, ubicación e identificación con el género, así como la influencia que ejercería en el sentir y el comportamiento del mexicano, se establecieron a raíz del estreno de Ay Jalisco, no te rajes (1941), basada en la novela de Aurelio Robles Castillo y en la que, con el falso nombre de Salvador Pérez , el autor revive al pistolero Rodolfo Álvarez del Castillo, quien en la vida real se hacía acompañar a todas partes por conjuntos de mariachis para que cantaran para él los corridos de la época.

Si el personaje de Salvador Pérez le iba bien a Negrete era porque éste, en la vida real, era como el personaje que interpretaba: bravucón, altanero, autoritario, apuesto y retador -"me he de comer esa tuna aunque me espine la mano"-. Así, fue con y por Salvador Pérez que Jorge Negrete ingresó al mundo de la mitología.

Si el mexicano comenzó a admirar, a respetar y a identificarse con Negrete fue porque siempre quiso ser como él. Lo anterior se confirma en las encuestas realizadas entre las amas de casa de aquel entonces; muchas de ellas afirmaban que les hubiera gustado tener un hermano como Jorge, y que sus hijos llegaran a ser como él.
Basta recordar que durante muchos años los niños iban a las fiestas de fin de curso disfrazados de charros y con un mechón de pelo absurdamente engomado del lado derecho de la frente.
El propietario del restaurante El Taquito comentaba que a partir del éxito de Negrete se incrementó en forma notable la venta de tequila, ya que Jorge lo tomaba en todas sus películas; además, los turistas siempre incluían en sus menús los "frijoles charros".

Para entonces la estación radiofónica La Rancherita del Cuadrante elevó su rating; los mariachis de Garibaldi empezaron a lucir un vestuario más sofisticado; y los actores extranjeros que se incorporaban al cine mexicano usaban el traje de charro por muy argentinos que fueran, como Luis Sandrini en la película Yo soy tu padre (1947) en la que, inclusive, imita a Negrete.
Por cierto, se dice que después de leer el libreto de La gauchita y el charro, Jorge protestó: "¿Una gauchita antes que un charro?, eso jamás". La película, finalmente, llevó el título de Cuando quiere un mexicano (1944). En esa época se establece también que, cuando menos en el cine, No basta ser charro (1945). De acuerdo con la trama del filme eso no es suficiente: el charro debe ser Jorge Negrete.

En la década de los cincuentas surgió otro ídolo: Pedro Infante. Ismael Rodríguez lo reunió con Negrete en la cinta Dos tipos de cuidado (1952) aplicando una fórmula contraria a la que el público hubiera esperado: Jorge era el bueno y Pedro, el malo. El éxito taquillero que alcanzó la película confirmó cuántos seguidores tenían ambos.

Paralelamente al reconocimiento que le dispensaban a Jorge sus admiradores como figura cinematográfica, existía el que tenían al líder sindical, capaz de convencer a sus compañeros para que empuñaran las armas y se apostaran a la entrada de los estudios para evitar la presencia de elementos subversivos. Y esos mismos compañeros y los que llegaron después fueron los que en el Teatro Iris, -lleno a toda su capacidad y en la asamblea más prolongada que registra la historia, de las once de la mañana a las doce y media de la noche- le dieron el sólido espaldarazo a Negrete al votar unánimemente para que Leticia Palma fuera expulsada de la ANDA.

Que Jorge era un hombre al que ninguna mujer se le resistía, lo confirmaron sus seguidores cuando María Félix, la Doña, la devoradora, la mujer sin alma que había asegurado que lo odiaba por su actitud petulante durante el rodaje de El peñón de las ánimas (1942), había dejado vestido y alborotado al galán argentino Carlos Thompson para, ataviada de Adelita, firmar el acta matrimonial que la convertía en esposa de un Jorge Negrete que, a su vez, lucía un impresionante atuendo de charro.

Fue sin duda la boda más comentada del año; se encargaron de fotografiarla camarógrafos de noticiarios de la televisión mexicana y extranjera. Este evento reunió a los políticos más importantes, a los actores y actrices más populares y a incontables personalidades del jet-set internacional. La promoción del enlace significó para Jorge y María muchas ofertas de trabajo.
En 1953 la pareja aceptó filmar El rapto. Como se sospechaba desde el principio, la película concluía con el dominio absoluto del personaje estelar masculino sobre la que, en principio, era una fierecilla indomable.

En Reportaje, del mismo año que la anterior, el episodio en el que ellos aparecen fue escrito pensando en los esposos de la vida real: María era una mujer deslumbrante -actriz de cine- y Jorge un charro cantor de recio carácter y bella voz. Ambos discutían y peleaban a la menor provocación.

El desenlace se podía predecir: ella caía rendida a los pies del charro. El tiempo pasaba y todo seguía igual. Nada ni nadie podía destruir el mito Jorge Negrete.
No obstante, mientras esto sucedía en la realidad y en las películas, en el panorama cinematográfico nacional se iban registrando los nombres de Miguel Aceves Mejía, Luis Aguilar, Antonio Aguilar, Julio Aldama, Manuel López Ochoa, Manuel Capetillo, Ángel Infante, Demetrio González, Felipe Arriaga y Vicente Fernández, entre otros. Pero las de ellos, como dicen en la televisión, "son otras historias". La que hoy quisimos relatar es la historia de quien, como un presentimiento, le pidió a la vida que si moría lejos de México dijeran que estaba dormido y lo trajeran aquí. Y fue así, "dormido", como lo trajeron.

Fuente: México en el Tiempo # 28 Texto: Enrique Rosado

Jorge Negrete, el amigo


La propaganda de pega, el elogio sin tasa que alucina a las muchedumbres y provoca recepciones multitudinarias preñadas de desmayos y accidentes graves, suelen engendrar una desconfianza honda que luego se torna en prejuicio invencible. Para anular esta impresión precisa, necesita imponerse una persona que, además de méritos auténticos, posea una fuerza expansiva convincente y cordial que imponga su personalidad.

Es el caso de todo triunfador legítimo como Jorge Negrete. Visto de cerca este astro no pierde su luz, ni la grandeza de su magnitud, lo cual es poco menos que un milagro. Insensiblemente uno se encuentra incorporado a su órbita humana y amical, y todo parece sencillo y fraterno. Negrete, artista y hombre, es uno. No hay dobles, ni dobleces. El mismo de la pantalla es el mismo que está paseando su varonía por las tierras de América y el mismo que inspira los sueños venturosos y ardientes de innunerables mujercitas. Y el mismo que nos confiesa en una habitación del Hotel Carrera :------ Ante todo, México.

Es mi sentimiento inseparable. Este cielo, esta montaña que he visto acá parecen aztecas. El mismo azul, el mismo verde inconfundible y ese verde de la tierra de mi tierra lo he visto en el paisaje chileno. ¡ Qué lindo !fulguran las lámparas fotográficas, clicquean las cámaras y hasta el balcón de este octavo piso sube desde la calle el rumor de las admiradoras del galán de América. Negrete asoma el busto, agradece agitando la diestra, y cuando alguien le aconseja que diga unas cuantas palabras al público, exclama : ---- Gracias, amigos y amigas. Váyanse a comer y regresen.

Un coro de periodistas le rodea y ametralla. Se sienta entre dos bellas chicas, y responde con sorprendente desenvoltura a los fuegos reporteriles.----¿ Hizo estudios de canto, Negrete?----No muchos. Pero los hice. Y verán como fueron. Una tarde, por una calle de México, se me presentó, de pronto, una dama con una "espalda" enloquecedora; y yo, por ver el "frente", la comencé a seguir hasta que penetró en una casa de altos. Me acerqué. Oí unos gritos. Pregunté a los vecinos y me enteré de que se trataba de una casa donde se daban lecciones de canto. Quedé matriculado. Me costó cuatro meses...., pero valía la pena ....., ¡qué frente!-----Veamos Jorge, ¿cuál es su tipo ideal de mujer?-----Mi tipo ideal, es el real; y me basta que tenga faldas.-----Como cualquier Casanova.------No, no; que tenga faldas y que sea hermosa; esos dos requisitos son los principales.------¿Puede decirnos dónde ha encontrado a las mujeres más temperamentales?------En Cuba ---contesta sin vacilar--- ¡Las cubanas, oh!------Y las argentinas.------También, pero tienen la primacía absoluta las cubanas.Una de las chiquillas, la que está a su derecha, protesta:------¡Todavía no conoce a las chilenas!Vibran los acordes de la Marcha de Yungay.

Es la ritual ceremonia de la bajada de la bandera en Palacio (nota: El Hotel Carrera de Santiago se encuentra cercano a la Casa de Gobierno). Negrete se levanta y contempla el espectáculo con interés y respeto, que revela su espíritu militar. Porque la carrera de este hombre es la de las armas.-----Soy militar de la cabeza a los pies ---declara---, Igual que muchos de mis antepasados.Negrete está de pie y lo observo con detención. Es alto. Sus ademanes son firmes, pero nunca bruscos ni nerviosos. ¿su edad? La de la madurez sana y brillante. Su cabello ligeramente ondulado, no es tan abundante como se le ve en la pantalla. Trigueño, su rostro respira franqueza y no muestra tendencia a la risa. Explica seriamente : No bebo licores. No me gusta el alcohol.

En algunas oportunidades lo he tomado, y sé que tengo una borrachera agresiva. Una estupidez; no sé qué me pasa, me torno en extremo susceptible. Algunas veces me embriago profesionalmente, empero. No sé hacer papeles de ebrio, y para representarlo bebo de verdad.-----¿Cuál es la más grata satisfacción que le ha deparado su vida artística?-----Esta, ésta de los recibimientos que me han tributado en las capitales de los pueblos de nuestra América.
Uno de los del coro reporteril le indaga sobre sus posibles proyectos matrimoniales.------Ninguno --contesta rotundamente-- Tengo una triste experiencia matrimonial, amigo y, además cierto sentido común y buena memoria. Moriré solteronísimo, convénzase. Además usted ve, lo que sucede....(Un calor sofocante y creciente. Los empresarios de Negrete traen, personalmente, helados y champaña, pero los circunstantes rechazan ambas cosas. Incomprensible, misteriosos. ¡Pobres empresarios!).

Y continuamos el interrogatorio.-----¿Qué argumentos son de su preferencia?-----Los que amparen en primer lugar lo mexicano; , en segundo, los que tengan cierto espíritu social de avanzada, pues considero muy conveniente hacer recordar ahora, en la forma agradable que el cine puede verificarlo, algunas cosas que desde la revolución de 1910 se prometieron y no se han cumplido.-----¿Cierto que usted y Cantinflas se tomaron revolucionariamente, los estudios en México?-----Muy cierto. Era justicia y lo hicimos. Estuvimos cuatro días dentro de los estudios después de haberlos circundado, estratégicamente, de minas. Arreglamos lo que era menester. Se reconocieron plenamente los derechos de los sindicatos. Yo soy Secretario General del Sindicato Nacional de Actores y Trabajadores de la Producción Cinematográfica.-----¿Qué impresión le produce ver su imagen en la pantalla?-----Una muy extraña.

Tanto que la primera vez que fuí a ver una película mía, me retiré antes de que concluyera. Y no volví más a contemplarme hasta hace muy poco. No me reconocía, le prometo. -----¿Pero se ha identificado ya en el celuloide?-----Sí, ya. Ello se debe a la convicción de que estoy identificándome con mi pueblo, con el alma del charro, con lo más puro y mexicano que hay.------¿Cómo le llaman en su patria a esas barras de elementos filiformes que se deja usted delante de las orejas?------Patillas------¿Siempre usa ese bigote?------Casi siempre.------¿Y cuál es la figura más interesante de la revolución mexicana?------La de Venustiano Carranza.

Y eso no quiere decir que niegue ni mucho menos la de Madero, como la de Obregón, como la del mismo Pancho Villa. Todas fueron grandes. Pero la de Carranza me parece que fué la más beneficiosa.------¿Cree que el cine mexicano ha evolucionado todo lo necesario?------No. Tenemos muchos defectos todavía. Mientras, vamos defendiéndonos.------Usted ha conocido Estados Unidos, ¿qué piensa de ese pueblo?------Que está muy bien. El norteamericano auténtico es un tipo bueno, pero no tiene idea del mundo. Hablo del pueblo, del obrero en especial. Hay entre ellos, por ejemplo, quién se dedica toda su vida a fabricar las espirales de determinado tornillo, y no tiene la menor idea de cómo se puede hacer la ranura de la cabeza de ese mismo tornillo. No saben lo que es Chile, ni por asomos, créame. Por lo demás, repito, es gente buena, muy buena.

Y las mujeres, sencillamente magníficas.Los delicados empresarios de Negrete insisten en ofrecernos los más apetecibles refrescos. (Puede que esta sea una alucinación debida al excesivo calor reinante en la pieza.) Pero se les rechaza de plano. Y nos despedimos. Afuera, a lo largo de Ahumada, comienza a extenderse, en honor al recién llegado, el jubiloso sarape de los letreros luminosos.Reportaje realizado por el periodista de revista "ECRAN", Pepe Roal.